Diego Rivera murió el 24 de noviembre de 1957 en la Ciudad de México; dejando un legado artístico invaluable, pues aportó a crear una corriente artística 100 por ciento mexicana: El Muralismo, situación que lo convirtió en un ícono del arte mexicano, por lo que atraía a cientos de personas.
Entre ellas a la joven que se enamoró perdidamente de él sin importar el dolor que eso le generó. Diego casi le doblaba la edad a Frida Kahlo, pero eso no fue impedimento para que ella se enamorara perdidamente de el; se conocieron cuando él tenía 35 años y ella 15 cuando él muralista volvió de París.
Tras el trágico accidente de Frida por el choque de un tranvía, ella decidió buscar a Rivera para que viera sus obras y las valorara; fue ahí cuando el pintor quedó maravillado por el talento de la joven. En ese momento él vivía su segundo matrimonio.
Iniciaron una relación extramarital, hasta que en 1929 se casaron, él tenía 43 años y Frida 22: su matrimonio estuvo marcado por infidelidades, pues Rivera era un hombre que amaba a las mujeres se decía muy enamorado por lo que no tenía reparo en ser infiel.
Traición familiar
Frida Kahlo tenía una relación muy estrecha con su hermana menor Cristina, pues se dedicó a cuidarla tras el accidente y la ayudaba en tareas del hogar, ejercía como ama de llaves y su cuidara personal.
Aunque ambas tenían personalidades antagónicas pues Cristina era sumisa y hasta inculta, fue modelo para múltiples obras de ambos artistas, especialmente para Rivera quien tenía una fascinación por ella.
En varias ocasiones posó desnuda para el mural Figura del conocimiento, donde la retrata sin ropa y con simbolismos de feminidad y pureza. La traición se dio en el hogar, donde la pintora descubrió en la cama a Diego con su hermana.
Esa traición fue el límite de muchas infidelidades vividas por la pintora, quien entonces cambió su idolatría por Diego Rivera y propuso una relación abierta en su relación, con lo que ahora ella también podía tener amantes.