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Trastorno de la personalidad reflejada en Doctor Jekyll y el señor Hyde

ESTILO DE VIDA

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El día de hoy vamos a divagar por la mente del Dr. Jekyll y Mr. Haydee, gracias al genio titánico de Robert Louis Stevenson, quien nos legó esta obra tan importante para la comprensión del alma humana, pues describe como pocas uno de los aspectos que más nos caracterizan: la ambivalencia, está característica humana que posibilita albergar sentimientos encontrados respecto a la misma persona, por ejemplo amor y odio; y que debido al peso de una educación represiva, puede desarrollarse de forma patológica hasta alcanzar un punto de tensión extrema que lleva a la persona a escindirse (separarse) para preservarse.

En la ambivalencia, la persona es consciente de dos posturas antagónicas conviviendo en su interior, pero logra mediar entre ellas, con gran esfuerzo, logra mantener la cordura.

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La escisión implica que dichas posturas son tan extremas e intensas que amenazan con desestructurar al individuo y cuando el conflicto escala, su mente no tiene otro remedio que dividirse y con ello, cada una de las partes resultantes de la división mantiene una existencia casi por completo independiente, la mano izquierda no sabe lo que hace la derecha.

En el libro El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde (1886), Robert Louis Stevenson describe al Dr. Jekyll un médico notable y renombrado, ampliamente conocido por sus labores altruistas y amor por la humanidad, quien se convierte en el escenario de una lucha encarnizada entre dos aspectos que se disputan el control de su personalidad, es una lucha entre lo bueno y lo malo, lo primitivo y lo civilizado, entre lo que es y el deber ser, entre lo instintivo y lo racional, en otras palabras es la lucha que nos ocupa a todos y cada uno de nosotros día a día.  

 El Dr. Jekyll es un ciudadano prominente que se esfuerza en cultivar, una imagen de si mismo que le proporcione el respeto y la admiración de la sociedad, sin embargo este esfuerzo representa solo una parte de su personalidad, la parte civilizada,  que sin embargo no es la mas natural ni la mas poderosa en él. 

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A lo largo de su vida se da cuenta que le gustaría obrar de una manera distinta, irresponsable, impulsiva, egoísta y agresiva, quisiera satisfacer sus necesidades de manera inmediata, sin miramientos y dar rienda suelta a sus impulsos, pero el peso de su nombre y su reputación se lo impiden; es así que comienza a fantasear con la posibilidad de una fórmula que le permita desarrollar esa faceta tan deseada sin pagar por las consecuencias correspondientes.

Logra su cometido y comienza a consumir la fórmula milagrosa que puede dar vida y forma a Eduardo Hyde, encarnación de todo lo malo y vil que se encontraba reprimido en el interior de Enrique Jekyll; Mr. Hyde es la personificación de lo animal en el ser humano, se le describe repetidamente como un simio, es puro instinto y dedica sus horas a satisfacer los deseos secretos y culposos de su creador y alter ego.

La lucha cambia debido al asesinato pues cuando Mr. Hyde en su desenfreno decide matar, Enrique Jekyll a pesar de que siente una satisfacción inmensa, también comienza a ser corroído por la culpa; es así que la lucha al interior del Dr. Jekyll da un giro vertiginoso y se convierte en una lucha por auto-preservación, pues comienza a notar que su parte obscura cobra fuerza y comienza a dominarlo, ahora, debe tomar la fórmula para convertirse en Enrique Jekyll. [nota_relacionada id=1077525]

Al final solo queda la resignación, pues las sales utilizadas para la elaboración de la primera fórmula eran impuras, ignorando los elementos que la componían no podía repetirla, quedando enteramente a merced del monstruo.

En esta obra maestra, que no por breve y accesible es simple, el autor tiene la sensibilidad de describir un proceso esencial del hombre que dura toda su vida, pues en efecto la oposición es inherente al ser humano y a lo largo de nuestras vidas debemos mediar constantemente entre lo instintivo y nuestros ideales a fin de evitar que un aspecto se desarrolle en detrimento del otro, pues el desequilibrio es lo que nos puede llevar a la catástrofe.

Se podrá argumentar desde un punto de vista moral que un individuo debe tender siempre a la conquista de los valores supremos, persiguiendo siempre la excelencia ética; a pesar de ello, es importante no perder de vista que dichos valores solo pueden ser adquiridos mediante el esfuerzo y la aceptación de las capacidades propias de cada individuo. La negación de los aspectos instintivos, de aquello que tenemos de primitivos, solo lleva a fortalecer el deseo de dejarse dominar por estos, lo reprimido siempre emerge y no lo hace con nuestro consentimiento, comienza a dominar nuestra conducta de manera inconsciente, llevándonos a la actuación de aquello que estábamos evitando para mantener nuestra propia imagen.

Conocer nuestras pasiones, nos proporciona la posibilidad de aceptarlas y así podemos buscar la mejor manera de satisfacer nuestras necesidades sin dañar a los demás o a nosotros mismos.

[caption id="attachment_869548" align="alignnone" width="900"]Doctor Pepe Estrada, Divagando en la mente de mgm[/caption]

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