CLARABOYA

El legado del presidente Trump

La obstinación del Presidente no conseguirá mantenerlo en el cargo, pero sí afectará profundamente la cultura democrática de ese país. Está arrastrando a sus bases a un frenesí basado en la mentira de una elección robada, de la que pocos cambiarán su opinión

OPINIÓN

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Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de México: Especial Créditos: Especial

Esta semana, las esperanzas del presidente Trump por revirar los resultados de las elecciones sufrió un contratiempo importante al perder el conteo a mano, de seis días, en la auditoría estatal que se llevó a cabo en Georgia, en el que perdió por una diferencia de sólo .3%. A pesar de que los resultados en los conteos de votos y querellas legales no le favorecen, el presidente continúa en su campaña de desacreditación en un esfuerzo cada vez más desvirtuado por continuar en el cargo para un segundo mandato.

Su abogado personal Rudolph Giuliani sostuvo una conferencia de prensa en la que continuó con la serie de denuncias infundadas en las que acusa al partido demócrata de establecer una red de operación a nivel nacional para amañar las elecciones. Mencionó el ejemplo, de lo que dice, ocurrió en el estado de Pensilvania, en donde asume se violaron las reglas electorales locales, sin embargo, el exgobernador de Nueva York no hizo las mismas declaraciones frente a un juez de Pensilvania al cual le dijo que no se habían encontrado evidencias de fraude durante el proceso.

En esta iniciativa de desvirtuar el mensaje de estrategia legal para reclamar el resultado de las elecciones, la realidad ha hecho que el movimiento ahora sea una operación de desinformación, bajo el contexto de que en más de 20 cortes en las que el equipo del presidente denunció irregularidades poco ha ocurrido en su favor.

Ante este panorama, el aún presidente Trump decidió tomar cartas en el asunto y en un hecho sin precedentes, invitó a los principales bastiones legislativos republicanos del estado de Michigan a La Casa Blanca como parte de su plan para darle un giro legal a los resultados electorales de ese estado, el cual perdió por más de 150 mil votos.

Las reacciones ante este fenómeno no se han hecho esperar, el presidente electo Biden habló del impacto democrático negativo que esto trae al país, mientras que el senador republicano Mitt Romney desacreditó todo el movimiento presidencial postelectoral, y es que no es para menos, se está poniendo en duda los preceptos democráticos en los que ese país fue fundado.

Hoy la viabilidad del colegio electoral está en entredicho, ya que la coyuntura histórica bajo la cual fue creado dista de las necesidades actuales del pueblo norteamericano. Se trata de una institución que puede definir que un candidato gane el voto popular y aún así no ganar la elección, como le ocurrió a Donald Trump en 2016.

A mi entender, la obstinación del Presidente no conseguirá mantenerlo en el cargo, pero sí afectará profundamente la cultura democrática de ese país. Está arrastrando a sus bases a un frenesí basado en la mentira de una elección robada, de la que pocos cambiarán su opinión con sólo recuentos y decisiones de un juez.

La retórica conspirativa con la que Trump acepta mensajes incendiarios en sus redes sociales, en los que compara ésta coyuntura con la de la Guerra Civil o como una batalla entre la rectitud en contra del diablo, divide irremediablemente a una sociedad que aún tiene grandes deudas pendientes consigo misma.

Un sistema político no sólo es un compendio de reglas y leyes, sino también una convergencia de normas, usos y costumbres en los que los ciudadanos enarbolan lo mejor y lo peor de sus anhelos, virtudes y también defectos. Trump, con sus acusaciones, está rompiendo con este sistema y ello traerá consecuencias en el largo plazo que las futuras generaciones tendrán que asimilar.

Por Azul Etcheverry
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@azuletcheverry