CAMPUS

Marx

Max Henderson fue una persona excepcional. Los que lo conocimos lo recordaremos siempre, afable y con una sonrisa que ayudaba a superar cualquier tragedia

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A Max Henderson

In memoriam

Max Henderson fue una persona excepcional. Los que lo conocimos lo recordaremos siempre, afable y con una sonrisa que ayudaba a superar cualquier tragedia. Tenía un sentido del humor agudo y una inteligencia y educación que le permitieron reírse de sí mismo. Fue un honor compartir en privado una larga amistad, como fue un privilegio seguir sus aportaciones públicas como funcionario, académico y consultor.

Fue un servidor público que representaba las mejores cualidades de probidad y profesionalismo que hoy hacen falta en las oficinas gubernamentales. El orgullo mazatleco, llegó a la palestra más alta de las Naciones Unidas en representación de México, como subsecretario de planeación de la SEDESOL. En la academia obtuvo el Doctorado en Economía e Historia por la Universidad de Chicago, donde el premio nobel Robert Fogel dirigió su tesis. Pero los logros nunca nublaron su visión, y su familia y amigos lo llevaremos en la memoria como alguien sencillo, humilde y modesto.

Marx, como le llamaron de niño, era un idealista, un romántico. Desde chico imaginaba un México más justo y trabajó para construirlo. No solo al idear políticas públicas que propiciaran una distribución más equitativa del ingreso, sino al desarrollar también nuevas metodologías para medir y entender mejor la pobreza o conocer las cifras reales de empleo. Incursionó con éxito y con el entusiasmo del pionero que llevaba dentro en el periodismo empírico, basado en datos, series de tiempo y modelos econométricos.

Se preocupó por los jóvenes y la forma de incorporarlos al mercado laboral. En un ensayo de reciente publicación nos compartió que la calidad de los primeros empleos tiene un efecto importante sobre la trayectoria laboral de las personas y que “a nivel agregado, una menor desigualdad de este grupo etario con mejores ingresos implica mayores oportunidades de crecimiento económico” en el largo plazo. Encontró que los jóvenes enfrentan mayor desigualdad a nivel nacional que en la Ciudad de México y concluyó que “desde hace casi 15 años, la desigualdad en el ingreso laboral ha disminuido” en el país.

También le interesó explicar cómo el entramado institucional de los países “afecta la velocidad de ejecución y puesta en marcha de políticas públicas” para atender contingencias como la pandemia por COVID-19. Y concluye que los países con mayor autoridad central reportan menores tasas de mortalidad y letalidad. Como estudioso de su entorno, le preocupaba el efecto de la crisis sanitaria en el bolsillo de los mexicanos. En mayo pasado, a inicios de la pandemia, vislumbraba la crisis que enfrentaríamos. Escribió que “la remuneración laboral es la fuente más importante de ingresos que tienen los hogares mexicanos”. Y vaticinaba que “la crisis económica y sanitaria que estamos viviendo actualmente, sería mayor a la que pasamos hace poco más de 10 años”.

Sería insuficiente el espacio para repasar de manera completa sus reflexiones o el impacto de sus aportaciones para entender y transformar nuestra realidad. Pero es claro que a su intempestiva partida le seguirá un legado que permanece. La presencia física es efímera, pero en el caso de Max Henderson será continuada por las lecciones que nos dio y el cariño que le guardamos. Los que coincidimos en sus ideales seguiremos en la lucha por conseguir una sociedad más justa y donde la gente pueda florecer y desarrollarse a plenitud, como resultado de su esfuerzo.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1