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La lucha contra las refresqueras está desarticulada

Nunca encontraron límites legales para ser parte responsable de enfermedades a niveles de campeonato mundial

OPINIÓN

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Quedó prohibida la venta de comida chatarra y refrescos a niños y niñas en Oaxaca. Entusiasmados, gobernadores de otros estados levantaron la mano para implementar el mismo castigo a la industria. La medida es, dicen, porque se metieron sin piedad hasta las cocinas de las familias y en los paladares de los pequeñines mexicanos. Nunca encontraron límites legales para ser parte responsable de enfermedades a niveles de campeonato mundial. Somos primer lugar en obesidad y diabetes en población adulta e infantil.

No es suficiente, sin embargo, la política prohibicionista para cambiar la cultura de alto consumo de productos con grandes proporciones calóricas. Está comprobado. En países con menores índices de obesos, diabéticos e hipertensos, como Portugal además de la regulación en la publicidad, distribución y venta de bebidas azucaradas y comida chatarra existen políticas públicas integrales, algo que en el gobierno actual cuesta mucho trabajo aterrizar.  

Por ejemplo: además de la declaración de guerra en contra de las refresqueras o las productoras de botanas o pastelitos no vemos al subsecretario de salud federal Hugo López Gatell arrastrando el lápiz con el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán para poner en marcha un eje combativo, desde todos los frentes, al consumo desmedido de golosinas y bebidas azucaradas. En este momento en que se debate el regreso a clases a ninguno de los dos funcionarios se les ocurrió incluir un plan emergente en las escuelas para reforzar el cambio de chip en las mentes de hijos y padres en cuanto a las costumbres de la dieta mexicana.

Aun haciéndolo, la lucha tampoco terminaría ahí. Faltan campañas de comunicación. Falta la CONADE alentando la vocación deportiva ---pero la titular atraviesa graves problemas por corrupción y desapariciones en este momento---, implementación de presupuestos transversales que incentiven o motiven la nueva cultura impuesta desde hace más de 40 años para normalizar ese tipo de alimentación.

Hay otras pequeñas estrategias en Portugal que también son complementarias para hacer la diferencia: desaparecer estos productos de los expendedores automáticos de venta, de comida en la calle, estaciones de metro, aeropuertos, colegios, de los centros de salud, autobuses. El reto es demasiado grande como para simplificar la lucha en la prohibición porque, además, esto provocará -aunque no lo quieran- un mercado negro que no abonará nada a la salud de la infancia. 

Las garnachas ¿a poco no son alimentos altos en calorías? Suelen representar una bomba para el sistema circulatorio. Es todo un reto entrarle al tema de manera complementaria porque también tocaríamos la informalidad, los ambulantes, el desempleo y muchas cosas más. Pero continuemos con el tema de la industria refresquera y de golosinas, papitas, pastelitos y parecidos.

Un tema a resaltar es que al igual que Portugal, Morena en el Senado trabaja en una iniciativa para dar un mayor golpe a las refresqueras. Alejandro Armenta, presidente de la Comisión de Hacienda e impulsor de la Ley contra las factureras, presentó una iniciativa ante la comisión permanente para modificar la Ley del impuesto sobre productos y servicios con el objetivo de que los refresqueros, que actualmente pagan 1.26 pesos por litro de impuesto, ahora paguen 3.26 pesos, es decir incrementarlo al 200%.

Por su parte la comida chatarra pasará del 8% al 20% con el “supuesto” fin de inhibir el consumo. De esta manera, las empresas se verán obligadas a pagar más por la venta de sus productos, en tanto que el consumidor podría “aminorar” la compra de estos productos si lo ve reflejado en sus bolsillos. 

Armenta me dijo que no es una ley impositiva, que los legisladores de su partido están dispuestos a abrir el diálogo con empresas del sector refresquero, con el objetivo de impulsar políticas en materia de salud que beneficien a la infancia, para acabar con nuestro deshonroso campeonato mundial en obesos.

“La iniciativa avanza en el grupo parlamentario. No le vemos mayor problema, no se requiere más que mayoría simple. Pero vamos a abrir un diálogo con la industria, no se trata de imponer en términos fiscales o presupuestales. Es una iniciativa a favor de la salud. El dato es demoledor, México es el primer lugar en el mundo con obesidad infantil, y el segundo con diabetes mellitus. No tomar medidas sería irresponsable. Los niños obesos de hoy serán adolescentes diabéticos en 10 años y serán en 30 años serán adultos con enfermedades crónico degenerativas”, me comentó el senador.

El objetivo que Armenta trae en la cabeza, es que las empresas que producen alimentos con altos contenidos de grasas y sodios, así como las refresqueras regresen a lo que ha sido en otros países, a la azúcar de caña, ya que hoy aplican sustancias químicas y añadidos endulzantes que contienen químicos dañinos al sistema inmunológico.

La propuesta del presidente de la comisión de hacienda del senado, tiene un alto valor, pero insisto, si no hay una estrategia complementaria que abarque una política pública integral desde el gobierno federal a través de diferentes dependencias, el proyecto queda cojo.

En este plan integral falta también la participación de las organizaciones de la sociedad, de los padres de familia, y de la voluntad de la iniciativa privada, principalmente los productores de refrescos, botanas y golosinas. ¿Qué significa voluntad de éstas? Hacer algo mucho más que quejarse en medio de esta acción de gobierno en su contra de que es un atentado contra las fuentes de trabajo y la cadena productiva, no hay manera de deslindar su responsabilidad en las enfermedades (se destina gran parte del presupuesto a su atención) y muertes. [nota_relacionada id=1183892]

POR SOFÍA GARCÍA 

CONDUCTORA DE EL HERALDO RADIO

@SOFIAGARCIAMX

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