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Europa: las puertas que se cierran

Puedo afirmar con claridad que la situación de los inmigrantes en Europa ha cambiado a peor

OPINIÓN

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Ser inmigrante en Europa nunca fue fácil. Ni siquiera a comienzos de los años 90 era sencillo desplazarse de los países excomunistas a Europa Occidental. Aun así cuando cayó la cortina de hierro cientos de miles de ciudadanos de los países excomunistas aprovechamos el momento para buscarnos la vida en Alemania, Francia, Reino Unido, España, Italia, Grecia y otros países europeos. En esta misma época empezó también la llegada más intensa de los inmigrantes africanos a Europa Occidental. A eso se sumaron diferentes oleadas de inmigrantes latinoamericanos que se escapaban de las persecuciones o dificultades económicas.

Al llegar a Europa Occidental, todos teníamos la esperanza de una vida mejor, con mucho trabajo, pero definitivamente mejor. Siendo una inmigrante que arribó a Madrid en 1993, pude presenciar cómo el sistema español se ajustaba a la llegada masiva de las personas que, como yo, buscaban un lugar para vivir y trabajar. Agradezco a España que me permitió estudiar en una universidad pública, a pesar de que viví ilegalmente en este país durante varios años. Posteriormente, estando en Bélgica, me di cuenta de que no todos los lugares eran tan generosos. Conocí los mecanismos que existían en este pequeño país para evitar que los inmigrantes entraran a la universidad.

Años después de esta experiencia puedo afirmar con claridad que la situación de los inmigrantes en Europa ha cambiado a peor. El rechazo a los extranjeros fue uno de los elementos
desencadenantes del Brexit.

El temor a los inmigrantes no europeos generó divisiones en la Unión Europea durante la llegada masiva de los refugiados sirios en 2015. Y lo más triste es que hasta los países ex comunistas, que en su momento eran fuente de emigración, hoy cierran sus fronteras a la inmigración no europea, como lo hacen por ejemplo Polonia y Hungría.

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Después de varios intentos fracasados de establecer nuevos principios de la política migratoria europea, el debate sobre la migración lo están ganando claramente los políticos y los ciudadanos que rechazan la inmigración. En este marco se inscribe la propuesta del nuevo pacto migratorio de la UE, presentado por la Comisión Europea el 23 de septiembre. Sus principales puntos se resumen en dos pilares: más seguridad en las fronteras y más herramientas de las que podrán escoger libremente los países miembros para lidiar con las crisis migratorias comunitarias, como la acogida de los refugiados, el financiamiento de los retornos y de los campos de refugiados, o el apoyo operativo. Ya no habrá cuotas obligatorias de reparto de los refugiados entre los países miembros. Prevaleció el enfoque “pragmático y realista”, basado en “el equilibrio entre la responsabilidad y la solidaridad”, según las palabras de Ursula von der Leyen. Ahora bien, aún falta que todos los países europeos lo aprueben en las próximas semanas. Eso sí: a los inmigrantes no se les pregunta por sus preferencias.

POR BEATA WOJNA
PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES
TEC DE MONTERREY
@BEATAWOJNA
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